Aunque hoy en día contamos con un mayor acceso a información sobre el cáncer y la importancia de la nutrición en su tratamiento, la preocupación por lograr una alimentación adecuada sigue siendo un desafío tanto para quienes enfrentan esta enfermedad como para sus cuidadores. En este contexto, el papel del nutricionista oncológico es clave, ya que evalúa el estado nutricional del niño y, a partir de los resultados, diseña un plan alimenticio que promueva la recuperación y mantenga una buena salud.
Para optimizar los efectos del tratamiento médico, un niño con cáncer necesita una dieta balanceada y variada. Durante el proceso, es común que los pacientes experimenten síntomas como pérdida de apetito, náuseas, vómitos y alteraciones en el sabor de los alimentos. Por ello, la dieta debe proporcionar los nutrientes necesarios para mantener y mejorar el estado de salud, fortaleciendo el sistema inmunológico y aumentando los niveles de energía.
Es importante incluir proteínas en la dieta, ya que estas ayudan a la reparación de tejidos, cuya necesidad incrementa en medio de la enfermedad. Entre los alimentos ricos en proteínas se encuentran las carnes magras como el pollo y el pescado, además de huevos, cuy, lácteos y sus derivados. Las legumbres, como lentejas y pallares, también son excelentes fuentes de proteínas. Para proporcionar energía, se recomienda añadir cereales y tubérculos como el arroz, el trigo y la quinua, y aprovechar otros granos andinos como la kiwicha, la avena y la cañihua, que aportan beneficios adicionales.
Para contrarrestar la pérdida de apetito, se sugiere fraccionar la alimentación e incluir comidas nutritivas en cada ingesta, con el objetivo de cubrir los requerimientos nutricionales. Además, en casos de heridas en la boca (mucositis), es preferible evitar alimentos duros, ácidos o de temperaturas extremas que puedan acentuar el malestar.
Durante la quimioterapia, una buena hidratación es esencial. Se puede mantener al niño hidratado con agua, jugos naturales, infusiones o caldos suaves, lo cual contribuye a reducir la toxicidad de los medicamentos y a minimizar los efectos secundarios. Es recomendable evitar las bebidas gasificadas, las que contienen altos niveles de colorantes y los alimentos procesados.
“Es fundamental que los padres y cuidadores consulten siempre con el equipo médico o con un nutricionista especializado para adaptar la dieta a las necesidades específicas del niño. Cada caso es único, y un profesional de la salud puede proporcionar pautas personalizadas para que la alimentación sea un apoyo efectivo en el tratamiento contra el cáncer. Con una dieta supervisada, la nutrición se convierte en una aliada en el proceso de recuperación”, señala Giulianna Saldarriaga, Nutricionista Oncológica y aliada de Magia.